La vivienda en España sigue siendo cara en relación con los salarios

El precio de la vivienda en España sigue estando por encima de la media histórica, según el ratio usado por el Fondo Monetario Internacional ‘House Price to Income’, precio sobre ingresos de las familias. Así ha sido la evolución del precio de la vivienda en España desde 2004

Según este ratio (actualizado al segundo trimestre de 2014), el precio de la vivienda en España seguiría estando un 15% por encima de lo que correspondería a la media de su serie histórica. El ratio precio sobre ingresos se calcula dividiendo el precio (de una zona) medio de la vivienda entre la renta disponible de las familias.

Japón, el más barato

Por países, Japón es el país en el que la vivienda es más barata respecto a los ingresos de su población, la desviación del precio de la vivienda en el país nipón es de un -40%. Algo similar ocurre en Corea del Sur con una desviación del -37%.

Por el lado opuesto, se encuentran Bélgica, Australia y Canadá, donde el precio de la vivienda se desvía hacia arriba un por encima del 30%. Países en los que el FMI ha advertido sobre el riesgo de que se esté creando una burbuja inmobiliaria. Francia también se encuentra entre los países que han recibido el toque de atención del Fondo Monetario Internacional por elevado precio de la vivienda.

Llama la atención también, el caso de EEUU, que tras haber sufrido una burbuja inmobiliaria antes de la crisis económica, ahora el precio de la vivienda se encuentra un 10% por debajo de la media histórica.

En el mismo informe, se puede observar que el coste de comparar una vivienda España es caro si se compara con los costes totales que supone alquilar. Este ratio se calcula comparando los costes totales que supone una vivienda en propiedad con los costes del alquiler de un inmueble de las mismas características.

Los resultados de este ratio son muy similares a los del precio sobre ingresos. En Japón es más rentable comprar una vivienda que alquilarla, mientras que en Canadá, Nueva Zelanda y Noruega ocurre todo lo contrario.

EL ECONOMISTA